Esta vez reflexionamos acerca del recién estrenado otoño, estación melancólica en la que el gozo de la recogida de los frutos y la vendimia dan paso enseguida a una breve explosión de colores en árboles y viñas, cuyas hojas caen al suelo; y pronto una tonalidad gris ceniza se apoderará del paisaje, impresionante por su desnudez, por su inmenso desamparo. De este modo, el sentimiento de la fugacidad de la vida se hace presente casi sin darnos cuenta en esta época del año, porque el esplendor del paisaje otoñal se nos muestra también efímero, cambiante, caduco como ese follaje que ahora se convierte en alfombra para nuestros pies.