Arraigados en el Amor de Cristo
El rincón del director
P. Luis Fernando de Prada
Son muchas las personas que, a pesar de aparentar un alto concepto de sí mismas y seguridad en sus relaciones sociales, cuando abren su intimidad reconocen lo contrario: muy baja autoestima e inseguridad, con frecuentes auto mensajes del tipo de “soy un desastre”, “si me conocieran de verdad nadie me querría” … Sin duda, puede haber numerosas causas de esta situación, pero más allá de circunstancias personales y de posibles acontecimientos traumáticos, hay un factor cultural y ambiental en nuestra sociedad posmoderna.
En efecto, una vez abandonada la fe que llevaba al mundo cristiano a poner la confianza en el amor incondicional de Dios y en su providencia, las generaciones que han nacido en una cultura agnóstica, relativista y de relaciones líquidas -sin certezas sobre las que construir la vida ni el suelo firme de un amor familiar estable- están experimentando lo que Fiodor Dostoievsky puso en labios de uno de los hermanos Karamazov: “Si Dios no existe, todo está permitido; y si todo está permitido, la vida es imposible”. Pues, por más intentos que se han hecho de fundamentar sin Dios una moral en principios sólidos, cada vez es más claro, como ha mostrado el filósofo Alasdair MacIntyre, que el único sistema moral que impera en nuestro mundo es el puro emotivismo, para el cual no puede haber ninguna justificación racional válida de normas morales objetivas.
A fin de cuentas, el propio Nietzsche ya había anunciado el vacío al que iba a llevarnos “la muerte de Dios”, de manera particular en un famoso pasaje de La gaya ciencia:
El loco se plantó en medio de ellos y los miró fijamente: “¿Dónde está Dios? Yo os lo voy a decir”, gritó. “Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo. Todos somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? … ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace ahora más frío que antes? … ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo.
Juan Pablo II, que sufrió en propia carne las consecuencias de las ideologías ateas, hizo referencia a estas ideas en un mes de junio, mes del Corazón de Jesús (Audiencia Gen. del 8-6-1994):
Hace más o menos un siglo, un conocido pensador denunció la muerte de Dios. Pues bien, precisamente del Corazón del Hijo de Dios, muerto en la cruz, ha brotado la fuente perenne de la vida que da esperanza a todo hombre. Del Corazón de Cristo crucificado nace la nueva humanidad, redimida del pecado.
En esa misma catequesis el Papa exponía la actualidad de la espiritualidad del Corazón de Jesús para el hombre contemporáneo, “a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar”, según modelos que exasperan su dimensión racional-tecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva, mientras que “el centro de la persona no es ni la pura razón, ni el puro instinto, sino lo que la Biblia llama el corazón”. Por ello, enseñaba que el hombre de hoy “tiene necesidad del Corazón de Cristo para conocer a Dios y para conocerse a sí mismo; tiene necesidad de él para construir la civilización del amor”; añadiendo que a la humanidad, tentada de ceder a formas de nihilismo, “la devoción al Corazón de Jesús le ofrece una propuesta de auténtica y armoniosa plenitud en la perspectiva de la esperanza que no defrauda”.
Unos años después, el propio Papa les exponía así a los jóvenes de Kazajistán -en su mayoría no cristianos- el sentido de la vida según nuestra fe (23-9-2001):
¿Cuál es el sentido de mi vida? Mira, tú eres un pensamiento de Dios, tú eres un latido del Corazón de Dios. Afirmar esto es como decir que tú tienes un valor, en cierto sentido, infinito, que cuentas para Dios en tu irrepetible individualidad.
Es difícil expresar mejor la respuesta cristiana a esa baja autoestima con la que comenzábamos esta reflexión. No, no eres “un desastre”, sino un tesoro del Corazón de Cristo, por el que Él ha dado su Sangre, “comprados… no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo” (1Pe 1,18-19). No venimos de la nada o el azar, ni vamos hacia la nada: venimos del Amor, y vamos al encuentro definitivo con Él, a través del Camino, la Verdad y la Vida. Gracias a la Redención no somos huérfanos, sino hijos amados del Padre, templos del Espíritu Santo, hermanos de Jesucristo, y en Él, de los hombres; hijos también de María, miembros de la familia de la Iglesia, de la que Ella es Madre.
¡Esta es la Buena Noticia que anuncia la Iglesia y que Radio María transmite a través de las ondas a todos los hombres!
Gracias a todos los que hacéis posible, con vuestra oración, voluntariado, testimonio y donativos, esta labor evangelizadora. Gracias, especialmente, por vuestra respuesta en la Mariathon y Campaña de mayo de este año jubilar de las bodas de plata de Radio María en España. Una radio que, gracias al Espíritu Santo y a vuestra colaboración, seguirá cambiando vidas.
¡¡¡ Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío, porque creo en tu amor para conmigo!!!
Con mi bendición,
La voz del director
P. Luis Fernando de Prada