Correspondamos a tan gran Amor

No hace mucho escuchábamos en la Santa Misa una bella escena evangélica que se ha convertido en proverbial: el óbolo de la viuda, sinónimo de la generosidad de quien da lo poco que tiene.
Adviento-rincon-del-director

La voz del director

Por:
P. Luis Fernando de Prada
28-11-2021

En efecto, Jesús observaba cómo algunos ricos echaban grandes donativos al tesoro del templo, pero cuando llegó una viuda, echó unas pequeñas monedas. Sin embargo, el Señor comentó a sus discípulos: “En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,43s).

Un juicio que no vale solo para lo económico, sino para todas las dimensiones de nuestra vida: ¿nos entregamos por completo a Dios y a los hermanos, o solo les damos las sobras de nuestro tiempo, conocimientos, cualidades…? ¿Procuramos la fructificación de los talentos que Dios nos ha dado -salud, simpatía, inteligencia, formación…-, o nos los guardamos para nosotros? Sin olvidar que, paradójicamente, también son talentos la enfermedad, fracasos, pobreza, falta de cualidades, etc., pues podemos ofrecerlos a Dios con alegría, o por el contrario, amargarnos y adoptar una actitud de permanente queja victimista y estéril.

Recuerdo haber oído contar a un obispo francés que, en la celebración eucarística en una misión africana, uno de los niños del poblado, viendo cómo todos echaban aunque fuera un pequeño donativo, en efectivo o en especie, y no teniendo él nada que dar, se metió a sí mismo en la cesta de las ofrendas… ¿Cómo iba a quedarse sin corresponder de alguna manera a ese Dios que se entregó -y se entrega cada día- por todos los hombres, hasta por el último habitante de su aldea?

Sí, el amor de ese niño, como el de la viuda evangélica, son un pequeño reflejo del amor infinito del Padre que “tanto amó al mundo que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3,16); un destello del amor loco de “nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza” (2 Cor 8,9); del amor que “ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Un reflejo también del Corazón de María, que viuda ya de José, ofreció al pie de la cruz su único Tesoro, su Hijo agonizante por nuestra salvación.

Mucho antes, María y José habían dejado lo poco que tenían en Nazaret y se habían puesto en camino hacia Belén, para recibir en la ciudad de David al Mesías prometido. Era un duro viaje para una embarazada de nueve meses, pero sus vidas estaban totalmente ofrecidas al servicio del Redentor.

También en Radio María somos testigos de muchos gestos de amor: voluntarios que regalan generosamente su tiempo; enfermos y ancianos que ofrecen sus dolores por los frutos espirituales de nuestras emisiones; bienhechores que donan todo lo que pueden -y más-, para que llegue a todos los rincones la Buena Noticia del Amor del Redentor…

¿Y nosotros, vamos a corresponder al amor del Señor y ofrecernos a Él en este Adviento, preparándole la cuna con nuestra oración, austeridad, caridad…?

¡Que la Inmaculada nos conceda vivir un santo y feliz tiempo de Adviento, en la Esperanza del Nacimiento de su Hijo!

Con mi bendición

Firma del Director

La voz del director

Por:
P. Luis Fernando de Prada