¡Feliz Año Nuevo!
El rincón del director
P. Luis Fernando de Prada
El gran escritor inglés converso al catolicismo G.K. Chesterton escribió hace más de 90 años que «la Navidad, que en el siglo XVII tuvo que ser rescatada de la tristeza, tiene que ser rescatada en el siglo XX de la frivolidad», explicando la frivolidad como «el intento de alegrarse sin nada sobre lo que alegrarse». Y eso es lo que ocurre cuando la Navidad queda reducida a una fiesta desprovista de su aspecto divino, en la que “toca” estar alegre. Chesterton ponía el ejemplo de las bodas: es lógico que haya una celebración gozosa en ellas, pero el jolgorio se organiza en función del matrimonio: no se casan para celebrarlo gozosamente, sino que se alegran porque se han casado…
Análogamente, es natural -y sobrenatural- que nos alegremos en Navidad, alegría a la que invitan los relatos evangélicos y la liturgia de la Iglesia, pero siempre que se entienda lo que el mismo nombre de la fiesta significa: la Natividad del Hijo de Dios hecho hombre. Sin ese fundamento, añadía con su habitual ironía Chesterton, «que se nos diga que nos alegremos el 25 de diciembre es como si alguien nos dice que nos alegremos a las once y cuarto de un jueves por la mañana», o como si se pidiera «a los ciudadanos que iluminen la ciudad por una victoria que no ha tenido lugar».
Por pura misericordia nosotros celebramos que ese Niño ha nacido, y que su victoria ha tenido lugar. Por eso, la felicidad que nos deseamos en estas fiestas -como escribía el Papa Francisco en la bula de convocatoria del Jubileo de 2025- no es «una alegría pasajera, una satisfacción efímera que, una vez alcanzada, sigue pidiendo siempre más, en una espiral de avidez donde el espíritu humano nunca está satisfecho, sino que más bien siempre está más vacío». Por el contrario, «necesitamos una felicidad que se realice definitivamente en aquello que nos plenifica, es decir, en el amor, para poder exclamar, ya desde ahora: Soy amado, luego existo; y existiré por siempre en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarme jamás» (Spes non confundit, 21).
Esa es la felicidad que nos regala Dios Padre al entregarnos a su Hijo, y que estamos llamados a compartir con el testimonio de nuestra vida, oración y acción apostólica. Evangelización que Radio María lleva realizando más de 25 años en España. Agradecemos al Señor y a mucha gente buena lo mucho recibido en este año 2024, en el que hemos celebrado las bodas de plata de Radio María en nuestra patria, y le pedimos seguir caminando junto a todos vosotros, queridos oyentes, voluntarios y bienhechores, el próximo 2025, Año Santo Jubilar, como peregrinos de la esperanza que no es una ilusión vana, sino que se funda «en el Amor que no defrauda», que se hizo carne en las entrañas virginales de María, nació en Belén, resucitó en Jerusalén y está vivo «ayer y hoy y siempre» (Heb 13,8).
¡Sí, tenemos motivos para celebrar la Navidad con alegría desbordante, desde la mirada y el corazón contemplativo de María, Causa de nuestra alegría!
¡Santa y feliz Navidad y Año Nuevo lleno del júbilo que brota de la fe, esperanza y amor!
Con mis mejores deseos y bendición,
La voz del director
P. Luis Fernando de Prada