¡Gracias y felicidades!

Sí, gracias al Señor, a su santísima Madre, y a todas las personas que han colaborado con Ellos, haciendo posible que aquel granito de mostaza que se sembró en Madrid hace 23 años se haya convertido en un árbol frondoso cuyas ramas siguen extendiéndose por toda nuestra geografía. Gracias a los Papas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que nos han alentado, aconsejado y orado; a los directores que nos han pastoreado -el primero de ellos, P. Ángel Cordero, fallecido el pasado año-; a los presidentes y demás voluntarios que han entregado generosamente lo mejor de su tiempo a este proyecto; a los miembros del personal de la Radio (algunos también ya en el Más allá), que han asumido su tarea no como un trabajo más, sino como una auténtica empresa apostólica; a tantos bienhechores que nos han dado los medios necesarios para extender a través de las ondas el mensaje de salvación; y, en definitiva, a tantas personas buenas -cuyos nombres Dios nunca olvida-, que, como la viuda del Evangelio, han ofrecido lo que estaba en sus manos -también sus sufrimientos- por la fecundidad espiritual de nuestras emisiones.

Y felicidades a los que se han abierto a la fe y descubierto el sentido de sus vidas gracias a un mensaje que les llegó por medio de estas ondas; a los que han vuelto a la Iglesia, tras años de alejamiento, por haber oído la palabra del Buen Pastor a través de alguno de nuestros programas; a los niños, jóvenes y adultos que con nuestra programación pueden completar su formación humana y cristiana; a los enfermos, ancianos y personas solas que ya no lo están gracias a la compañía de la radio de la Madre; a los evangelizadores  -sacerdotes, religiosos y laicos- que valoran la ayuda que esta radio misionera  presta a su labor… En definitiva, a todos los que hemos conocido lo que un cardenal africano llamó “un regalo de la Virgen a la Iglesia”; un regalo que, gracias al misterioso carácter personalizado de las ondas radiofónicas, se convierte en un regalo particular para cada uno de nosotros: también para ti, querido oyente, al que María te invita, como en Caná, a escuchar la Palabra de su Hijo y “hacer lo que Él os diga”.

¡Gracias y felicidades a todos!