Estos ejercicios espirituales están dedicados a
todos aquellos miembros de la vida consagrada que han
entregado su vida solemnemente a Dios por medio de su
consagración religiosa a través de los votos evangélicos. La primera meditación está compuesta en la
primera parte sobre los objetivos que cada ejercitante se debe
proponer al inicio de cada ejercicio, siendo conscientes de que es
el Espíritu Santo el que dirige a cada uno por medio de la
meditación del director. En la segunda parte caemos en la cuenta
de que la vida consagrada es una vida que tiene su raíz más
profunda en el sacramento del bautismo, por lo que es un
camino de santidad.