El encuentro con Dios.
La vida cristiana surge ahí en el encuentro con Cristo, con una persona vida que es mi Dios, mi salvador, que me ama, que me perdona, que está todos los días, que camina conmigo. Dios no se ha desentendido de la humanidad, “aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo”. Es ese Enmanuel, el Dios con nosotros, el Dios de cada día.
Dios quiere revelarse a todas las almas, quiere inundar de su amor, de su paz pero… hay un pero… yo también tengo que poner de mi parte… los pastores corren a la cueva de Belén…. Los reyes magos dejan sus seguridades y van siguiendo una estrella que no saben dónde les va a llevar; en el Antiguo Testamento es una constante, es decir, Dios se quiere encontrar conmigo y se me revela cuando le espero activamente: cuando oro, cuando me acerco a los sacramentos, cuando me dono al prójimo, ahí me pongo a tiro para dejarme encontrar por Dios.