«Recuerda tu Galilea y camina hacia tu Galilea»

«Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue»

El rincón del director

Por:
P. Luis Fernando de Prada
09-04-2023

Es conocida la frase de Tagore: “Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Y algo así pasó a María Magdalena, que lloraba junto al sepulcro, “porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” (Jn 20,13). Amaba a Jesús, pero solo buscaba su Cuerpo muerto; la tristeza le impedía descubrir los signos de su resurrección, e incluso al mismo Resucitado, al que confundió con el hortelano. Con frecuencia nos ocurre a nosotros lo mismo. Vivimos encerrados en nuestros pensamientos negativos, dando vueltas a problemas personales, familiares, sociales, eclesiales…, que analizamos como si Cristo no estuviera presente en ellos, o incluso, como si Dios no existiera. En esos momentos de desolación parece que Jesús está muy lejos, como un vago recuerdo incapaz de darnos alegría y fortaleza.

Pero en el instante en que el Señor llamó a la oveja por su nombre -“¡María!”-, el corazón de la Magdalena se llenó de inmenso gozo. No, Jesús no estaba muerto, no tenía que buscar ningún cadáver: ¡estaba resucitado y vivo junto a ella! Así, María Magdalena pasó de la oscuridad a la luz, de la tristeza a la alegría, de la Pasión a la Resurrección: comenzaba a vivir la auténtica Pascua.

Y eso es lo que pedimos al Señor cada año, que cada uno de nosotros experimente la pascua personal preparada por las pascuas de la historia de la salvación: la vida de la primavera vence a la muerte del invierno; el pueblo de Israel recibió de Dios la libertad y la vida tras la opresión de Egipto; el Crucificado venció a la muerte por su Resurrección. Falta la cuarta pascua, la tuya y mía, querido hermano: que pasemos de las oscuridades, tristezas, tibiezas y esclavitudes, que en último término proceden del pecado, a la luz, alegría, santidad y libertad que vienen del Espíritu Santo comunicado por Cristo Resucitado, de Corazón palpitante, que está vivo y presente en nuestras vidas.

María Magdalena, y tras ella, los apóstoles y demás discípulos, comprendieron que su historia de amor y seguimiento de Cristo, que había comenzado en Galilea, no había terminado trágicamente en el Calvario; al revés, esa historia había llegado a su culminación en Jerusalén, y volvería a Galilea: «Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (Mt 28,7). Así, desde la certeza de la victoria de su Señor, podían mirar hacia el pasado con inmensa gratitud y al futuro con firme esperanza. A ello nos ha invitado también a nosotros el Papa Francisco (8-4-23):

 

Esto es lo que realiza la Pascua del Señor: nos impulsa a ir hacia adelante, a superar el sentimiento de derrota, a quitar la piedra de los sepulcros en los que a menudo encerramos la esperanza, a mirar el futuro con confianza, porque Cristo resucitó y cambió el rumbo de la historia. Pero, para hacer esto, la Pascua del Señor nos lleva a nuestro pasado de gracia, nos hace volver a Galilea, allí donde comenzó nuestra historia de amor con Jesús, donde fue la primera llamada.

Recuerda tu Galilea y camina hacia tu Galilea. Es el “lugar” en el que conociste a Jesús en persona; donde Él para ti dejó de ser un personaje histórico como otros y se convirtió en la persona más importante de tu vida. No es un Dios lejano, sino el Dios cercano, que te conoce mejor que nadie y te ama más que nadie. Hermano, hermana, haz memoria de Galilea, de tu Galilea; de tu llamada, de esa Palabra de Dios que en un preciso momento te habló justamente a ti; de esa experiencia fuerte en el Espíritu; de la alegría inmensa que sentiste al recibir el perdón sacramental en aquella confesión; de ese momento intenso e inolvidable de oración; de esa luz que se encendió dentro de ti y transformó tu vida; de ese encuentro, de esa peregrinación.

 

Agradecemos al Señor que se esté sirviendo de Radio María en el mundo entero para que, como los ángeles, anuncie a todos la gran esperanza que brota de la victoria de Cristo. Felicitamos especialmente a la Reina del Cielo, la que más sufrió la Pasión de Jesús, y le pedimos -a la que también es Causa de nuestra alegría que nos ayude a difundir ese gozo pascual a través de las ondas de esta radio que se acoge a su guía y protección. Para que todos los hombres lleguen un día a profesar con nosotros el motivo de nuestra esperanza:

 

«Creemos y “sabemos que Cristo verdaderamente resucitó” (Secuencia de Pascua). Creemos en Ti, Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue. Tú, Señor de la vida, aliéntanos en nuestro caminar y repítenos, como a los discípulos la tarde de Pascua: “¡La paz esté con vosotros” (Jn 20,19.21)» (Francisco, 9-4-23).

 

¡Santa y feliz Pascua de Resurrección!

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