El silencio de Dios.
Silencio de amor
Continuamos con el comentario a la carta del 26 de septiembre de 1937, dirigida a su tío Leopoldo, duque de Maqueda. Lo dejábamos, en el programa pasado en que a Dios se le encuentra en la oración y el silencio, pero no solo en el silencio de palabras, sino en el silencio del amor que sólo quiere estar con El Amado, mirándolo, aunque no se diga nada. Tengamos fe, miremos más al Creador que a las criaturas.
Otra cosa a destacar es que nuestro testimonio empuja a la santidad de los demás, tanto que Rafael nos dice que muchos de los fallos de los demás son porque nosotros
no somos coherentes con nuestra fe y no hacemos penitencia por los demás. Es más, ¿por qué juzgamos a los demás? Si nosotros, que tenemos fe, caemos, como no lo van a hacer los que no han oído hablar de Dios.
Terminamos con la oración de San Rafael “quisiera morir de amor”
El silencio de Dios.
Continuamos con el comentario a la carta del 26 de septiembre de 1937, dirigida a su tío Leopoldo, duque de Maqueda. Lo dejábamos, en el programa pasado en que a Dios se le encuentra en la oración y el silencio, pero no solo en el silencio de palabras, sino en el silencio del amor que sólo quiere estar con El Amado, mirándolo, aunque no se diga nada. Tengamos fe, miremos más al Creador que a las criaturas.
Otra cosa a destacar es que nuestro testimonio empuja a la santidad de los demás, tanto que Rafael nos dice que muchos de los fallos de los demás son porque nosotros
no somos coherentes con nuestra fe y no hacemos penitencia por los demás. Es más, ¿por qué juzgamos a los demás? Si nosotros, que tenemos fe, caemos, como no lo van a hacer los que no han oído hablar de Dios.
Terminamos con la oración de San Rafael “quisiera morir de amor”
