Ver, escuchar, anunciar

Con Jesús, el Resucitado, ninguna noche es infinita

La voz del director

Por:
P. Luis Fernando de Prada
17-04-2022

En la Vigilia Pascual el Papa Francisco nos invitaba a seguir las huellas de las mujeres que fueron al sepulcro, realizando tres acciones que ellas viven en la mañana de Pascua: ven, escuchan, anuncian.

Las mujeres ven la piedra corrida, el sepulcro de Cristo vacío, y a dos seres con vestidos resplandecientes. Era un primer signo para descubrir la realidad más profunda: la Vida había triunfado sobre la muerte. Sin embargo, su primera reacción fue el miedo y la mirada al suelo.

También nosotros, con frecuencia, “miramos la vida sin levantar los ojos del suelo, lamentándonos y pensando que las cosas no cambiarán nunca, inmóviles ante la tumba de la resignación y del fatalismo, y sepultamos la alegría de vivir”. Pero Jesús “quiere darnos unos ojos diferentes, encendidos por la esperanza de saber que el miedo, el dolor y la muerte no tendrán la última palabra sobre nosotros”, pues nuestra existencia “ha sido abrazada totalmente y para siempre por el amor infinito de Dios. Levantemos la mirada, quitemos de nuestros ojos el velo de la amargura y la tristeza, y abrámonos a la esperanza de Dios”.

En segundo lugar, las mujeres escuchan a los ángeles: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí: ¡ha resucitado!”. Escuchemos también nosotros esas palabras, y descubramos al Dios vivo que hoy quiere transformarnos. Jesús ha resucitado: “¡Vayamos a redescubrirlo a Él, el Viviente! Y no tengamos miedo de buscarlo también en el rostro de los hermanos, en la historia del que espera y del que sueña, en el dolor del que llora y sufre: ¡Dios está allí!”.

Finalmente, las mujeres anuncian la alegría de la Resurrección. Fueron corriendo con fuego en el corazón para llevar la noticia: «¡El Señor ha resucitado!». También nosotros somos llamados a difundir su alegría en el mundo, llevándolo a la vida cotidiana, con gestos de amor, fraternidad y paz.

Hagámoslo así en Radio María: orando y meditando las escenas evangélicas de la Resurrección, escuchando las reflexiones que nos ayudan a penetrar en ellas, y anunciando a todos, a través de las ondas, que a pesar del  “horror de las noches de la guerra, surcadas por luminosas estelas de muerte”, hay una Luz que vence a la oscuridad. Bellamente nos lo decía el Santo Padre:

 

Hermanos y hermanas, nuestra esperanza se llama Jesús. Él entró en el sepulcro de nuestros pecados, llegó hasta el lugar más profundo en el que nos habíamos perdido, recorrió los enredos de nuestros miedos, cargó con el peso de nuestras opresiones y, desde los abismos más oscuros de nuestra muerte, nos despertó a la vida y transformó nuestro luto en danza. ¡Celebremos la Pascua con Cristo! Él está vivo y también hoy pasa, transforma, libera. Con Él el mal no tiene más poder, el fracaso no puede impedir que empecemos de nuevo, la muerte se convierte en un paso para el inicio de una nueva vida. Porque con Jesús, el Resucitado, ninguna noche es infinita; y, aun en la oscuridad más densa, en esa oscuridad brilla la estrella de la mañana.

 

Vivamos así este tiempo pascual, de la mano de María, vida, dulzura y esperanza nuestra. 

¡Santa y feliz Pascua de Resurrección!

Firma del Director

La voz del director

Por:
P. Luis Fernando de Prada