Presentamos el segundo capítulo dedicado a la vida de San Gabriel de la Dolorosa. Una vez el padre dio el permiso para que nuestro santo tomara vida religiosa, éste partió hacia el noviciado, despidiéndose y dejando para siempre a su familia y amigos, aunque presentes en su oración, abandonando todo lo terreno para dedicarse por entero a Dios.
Durante el camino tuvo que someterse a varios interrogatorios destinados a evaluar si su vocación era o no verdadera, todo instigado por su padre que aún sostenía alguna esperanza de que su hijo diera marcha atrás. No sólo convenció a aquellos que le interrogaban sino que éstos al final de la conversación le apremiaban a entrar en el noviciado.
Una vez allí se acostumbró pronto a la dura y austera vida de los pasionistas, orden en la que entró. Tomó el nombre de Gabriel, por ser el arcángel que saludó a María y de la Dolorosa recordando los dolores de María. Gabriel desde que entró en el noviciado se sentía el hombre más feliz del mundo preguntándose cómo podía haberle gustado años atrás la vida mundana.