Hoy continuamos con las terceras moradas y comenzaremos a vislumbrar las cuartas moradas. En las terceras moradas la Santa dedica un espacio específico a la humildad como virtud fundamento de todas. El conocimiento de las debilidades personales nos llevar a animarnos a la conversión continua y así nos preparamos para vivir el verdadero amor y a llevar a cabo el plan de Dios en nosotros. En la edición de hoy reflexionamos largamente de la celebérrima frase de la Santa “andar en verdad” que es mucho más que no mentir sino ejercitar la humildad en toda su extensión. Reflexionaremos con la Santa que nos indica que “la humildad que es ungüento de todas nuestras heridas”. Hemos querido terminar las moradas terceras con una reflexión amplia acerca de la humildad, pero no olvidemos la necesidad de la oración de recogimiento y su contento, de degustar lo espiritual, la importancia de la acción en lo cotidiano, derivada de abrazar en nuestra conducta la voluntad de Dios. Hoy comenzamos a vislumbrar la morada cuarta que hemos titulado “un descanso para lo que está por venir” son las que podríamos llamar moradas del Tabor. Son propias de estas moradas la oración de recogimiento sobrenatural y la oración de quietud donde experimenta la paz. Sigamos el camino hacia la felicidad.