En esta ocasión, hablamos de la belleza y el valor constitutivos de la naturaleza humana, que resplandecen en la dignidad de cada persona, hombre o mujer. Aludimos a la Declaración “Dignitas infinita” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe; también a la doble consideración, natural y sobrenatural, del misterio y la dignidad del ser humano, pilar básico en el que reposa el obrar moral, el sentido de la justicia y la clave del ejercicio de nuestra libertad. Vemos y comentamos esa dignidad humana en diversas disciplinas artísticas: en pintura, comentamos el cuadro de Velázquez “El enano Don Sebastián de Morras”; en poesía, el poema de la poetisa cubana Dulce Mª Loynaz titulado “Madrigal de la muchacha coja”; en cine, la película “Vencedores o vencidos” (El juicio de Nuremberg), de Stanley Kramer (1961). Terminamos con la lectura y comentario a Ernestina de Champourcin, con el legado escrito que nos dejó nuestro compañero, maestro y amigo Santiago Arellano.