III Domingo de Pascua. Los discipulos de Emaus se parecen mucho a nosotros, que ante los problemas de nuestro día a día perdemos la ilusión y la esperanza. Solo Jesús puede volver a darnos ánimo para volver a empezar lo que nunca debimos abandonar. Y todo si seguimos lo que ellos tuvieron delante: La lectura de la Sagrada escritura y la Eucaristía