Algunas personas, que no han podido disfrutar de la presencia del Señor en su infancia o juventud, descubren, cuando lo encuentran en su madurez que, en cantidad de ocasiones, estuvo en sus vidas aunque en ese momento no se dieron cuenta.
Cuantas fatalidades en la vida nos permiten salir de nuestra vida anodina y descubrir al Señor. Pongamonos en Sus manos para podamos descubrirle y aprovechar esos momentos.