ATALÍA Y JOÁS, REYES DE JUDÁ:
Nos trasladamos de Israel a Judá. Con la familia de Ajab el culto a Baal se había introducido no sólo en Israel sino también en Judá al casarse el rey Joram con Atalía, de la casa de Ajab. Por tanto, en Judá también era necesario una purificación similar a la que Jehú había llevado a cabo en el reino del Norte. Pero la diferencia entre Israel y Judá es que en Judá debía permanecer la dinastía de David según la promesa de 2 S 7,1-17. Por eso Dios guía los acontecimientos de otra forma: mediante la salvación providencial de Joás, hijo del rey Ocozías, que es ungido en el Templo y, tras la muerte de la reina idólatra Atalía, mediante la renovación de la Alianza y la entronización del rey Joás, descendiente de David.
Ajab
Muerte de Ajab:
Habían pasado tres años sin guerra, pero los sirios no habían cumplido su promesa de devolver a Israel la ciudad de Ramot-Galaad. Ajab decide apoderarse de ella por la fuerza con la ayuda de Josafat, rey de Judá, con el que había emparentado y con el que estaba en paz. El interés del pasaje no está centrado tanto en el hecho militar, que fue un fracaso, como en mostrar la forma en que el Señor va guiando los acontecimientos a través de su palabra dada por medio de sus profetas. Finalmente, Ajab muere en la guerra contra Siria, como le había predicho el profeta Miqueas, y su hijo Ocozías le sucede en el trono.
LA VIÑA DE NABOT:
Nabot tenía una viña en Yizreel, situada junto al palacio de Ajab. Ajab le pide que le dé su viña para tenerla como huerto a cambio de otra viña o de su precio en plata. Nabot responde a Ajab que no puede darle su viña porque es la heredad de sus padres y en ella reposan los restos de sus antepasados. Ajab se enfada y se lo cuenta a su esposa Jezabel, a quien no se le ocurre nada mejor que tramar un plan para asesinar a Nabot y que así Ajab pueda quedarse con la viña. Dios anuncia su castigo a ambos a través del profeta Elías.
VOCACIÓN DE ELISEO:
Elías va a Damasco, como el Señor le había indicado, y encuentra a Eliseo que estaba arando. Elías pasó junto a él y le echó el manto por encima, lo que simbólicamente es una invitación a hacerse cargo de la misión profética. Eliseo responde dejando todo y poniéndose al servicio del profeta. A continuación, la Biblia nos narra el ataque del rey de Siria, Ben-Hadad II, a Ajab, rey de Israel. Ajab vence a Ben-Hadad II, pero es castigado por no cumplir la voluntad de Dios.
ELÍAS RETA A LOS PROFETAS DE BAAL:
Tres años después, el Señor ordenó a Elías que se presentara ante el rey Ajab para anunciarle que iba a traer la lluvia de nuevo sobre la superficie de la tierra. Cuando Elías se presentó ante el rey, éste le culpó de todas las desgracias que habían acontecido al pueblo de Israel, pero Elías le respondió que no era él quien traía el mal agüero a Israel sino el propio rey y su casa al haber abandonado los preceptos del Señor y haberse ido tras los ídolos. Elías pidió al rey Ajab que reuniera a todo el pueblo, junto con los profetas de Baal, en el monte Carmelo y les propuso hacer dos sacrificios, uno al Dios Altísimo y otro a Baal. El que respondiera con fuego, ese sería el verdadero Dios.
EL SEÑOR ENVÍA AL PREOFETA ELÍAS:
Cuando la arrogancia de Ajab y Jezabel ha alcanzado su clímax, Dios envía al profeta Elías. Jezabel se había designado a sí misma ministro de Baal, a quien predicaba como el dios supremo, es decir, como el señor de los cielos y de los infiernos, y, por tanto, como el dios que enviaba las lluvias y daba la fertilidad de los campos. Por eso Elías increpa a Ajab y a Jezabel amenazándoles de alzar sobre ellos un cielo de hierro y bajo ellos una tierra de bronce. Tras el oráculo del profeta, que supone la descalificación radical del culto a Baal, el Señor ordena a Elías ocultarse en el torrente Querit y, más tarde, en Sarepta donde es alimentado por una pobre viuda que vive con su hijo.
Actualmente no hay noticias
ATALÍA Y JOÁS, REYES DE JUDÁ:
Nos trasladamos de Israel a Judá. Con la familia de Ajab el culto a Baal se había introducido no sólo en Israel sino también en Judá al casarse el rey Joram con Atalía, de la casa de Ajab. Por tanto, en Judá también era necesario una purificación similar a la que Jehú había llevado a cabo en el reino del Norte. Pero la diferencia entre Israel y Judá es que en Judá debía permanecer la dinastía de David según la promesa de 2 S 7,1-17. Por eso Dios guía los acontecimientos de otra forma: mediante la salvación providencial de Joás, hijo del rey Ocozías, que es ungido en el Templo y, tras la muerte de la reina idólatra Atalía, mediante la renovación de la Alianza y la entronización del rey Joás, descendiente de David.
Muerte de Ajab:
Habían pasado tres años sin guerra, pero los sirios no habían cumplido su promesa de devolver a Israel la ciudad de Ramot-Galaad. Ajab decide apoderarse de ella por la fuerza con la ayuda de Josafat, rey de Judá, con el que había emparentado y con el que estaba en paz. El interés del pasaje no está centrado tanto en el hecho militar, que fue un fracaso, como en mostrar la forma en que el Señor va guiando los acontecimientos a través de su palabra dada por medio de sus profetas. Finalmente, Ajab muere en la guerra contra Siria, como le había predicho el profeta Miqueas, y su hijo Ocozías le sucede en el trono.
LA VIÑA DE NABOT:
Nabot tenía una viña en Yizreel, situada junto al palacio de Ajab. Ajab le pide que le dé su viña para tenerla como huerto a cambio de otra viña o de su precio en plata. Nabot responde a Ajab que no puede darle su viña porque es la heredad de sus padres y en ella reposan los restos de sus antepasados. Ajab se enfada y se lo cuenta a su esposa Jezabel, a quien no se le ocurre nada mejor que tramar un plan para asesinar a Nabot y que así Ajab pueda quedarse con la viña. Dios anuncia su castigo a ambos a través del profeta Elías.
VOCACIÓN DE ELISEO:
Elías va a Damasco, como el Señor le había indicado, y encuentra a Eliseo que estaba arando. Elías pasó junto a él y le echó el manto por encima, lo que simbólicamente es una invitación a hacerse cargo de la misión profética. Eliseo responde dejando todo y poniéndose al servicio del profeta. A continuación, la Biblia nos narra el ataque del rey de Siria, Ben-Hadad II, a Ajab, rey de Israel. Ajab vence a Ben-Hadad II, pero es castigado por no cumplir la voluntad de Dios.
ELÍAS RETA A LOS PROFETAS DE BAAL:
Tres años después, el Señor ordenó a Elías que se presentara ante el rey Ajab para anunciarle que iba a traer la lluvia de nuevo sobre la superficie de la tierra. Cuando Elías se presentó ante el rey, éste le culpó de todas las desgracias que habían acontecido al pueblo de Israel, pero Elías le respondió que no era él quien traía el mal agüero a Israel sino el propio rey y su casa al haber abandonado los preceptos del Señor y haberse ido tras los ídolos. Elías pidió al rey Ajab que reuniera a todo el pueblo, junto con los profetas de Baal, en el monte Carmelo y les propuso hacer dos sacrificios, uno al Dios Altísimo y otro a Baal. El que respondiera con fuego, ese sería el verdadero Dios.
EL SEÑOR ENVÍA AL PREOFETA ELÍAS:
Cuando la arrogancia de Ajab y Jezabel ha alcanzado su clímax, Dios envía al profeta Elías. Jezabel se había designado a sí misma ministro de Baal, a quien predicaba como el dios supremo, es decir, como el señor de los cielos y de los infiernos, y, por tanto, como el dios que enviaba las lluvias y daba la fertilidad de los campos. Por eso Elías increpa a Ajab y a Jezabel amenazándoles de alzar sobre ellos un cielo de hierro y bajo ellos una tierra de bronce. Tras el oráculo del profeta, que supone la descalificación radical del culto a Baal, el Señor ordena a Elías ocultarse en el torrente Querit y, más tarde, en Sarepta donde es alimentado por una pobre viuda que vive con su hijo.
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