Junto al mar de Galilea, Jesús sigue instruyendo a la gente y a sus discípulos acerca del Reino. A la gente a través de parábolas, y a sus discípulos lo hace con un lenguaje más directo. El evangelista estructura el discurso de Jesús en cinco parábolas: el sembrador, la lámpara, la
medida, la semilla que crece por sí sola y el grano de mostaza.
Seguidamente, los discípulos reciben ahora una instrucción más eficaz que la palabra. Es la que ofrecen estos milagros, de los que ellos serán únicos testigos, como es la tempestad calmada y el endemoniado de Gerasa.