Lucas inicia su evangelio con un “prólogo” donde cuenta por qué escribe la obra, a quien va dirigida, la metodología que ha llevado a cabo y lo que ha pretendido al escribirla. Y en el primer capítulo se traslada al templo de Jerusalén donde tiene lugar la aparición del ángel Gabriel al sacerdote Zacarías, mientras él está ejerciendo la tarea sacerdotal en el lugar santo. El mensajero de Dios le anuncia que su mujer Isabel, a
pesar de su ancianidad y esterilidad, le dará un hijo a quien podrá por nombre Juan, llamado a ser el precursor del Mesías.
Sagradas escrituras
Iniciamos el estudio del evangelio de Lucas hablando de su autor, de la fecha de composición, de los destinatarios de su evangelio, de las fuentes literarias de la que se valió el evangelista a la hora de componer su obra, así como los temas fundamentales que recorren su escrito y que son “guías” para conocer el mensaje que el evangelista transmitía: la persona de Jesús, el Señor, y la salvación que Dios ofrece a través de su Hijo.
Después de la muerte de Jesús, el evangelista cuenta muy brevemente su sepultura llevada a cabo por José de Arimatea y contemplada a distancia por algunas piadosas mujeres. El relato de la resurrección y la mención de las apariciones de Jesús resucitado confluyen en el envío a sus discípulos convirtiéndolos en “heraldos” de la Buena Nueva de la salvación. Su ascensión a los cielos y el anuncio del Evangelio, junto con los signos y prodigios que lo acompañan, visibilizan el origen divino de la obra que ya se está llevando a cabo.
El evangelista dice que crucificaron con él a dos “bandidos”, uno a su derecha y otro a su izquierda, y Jesús en medio; a pesar de todas las injusticias que Jesús había sufrido hasta ese momento, algunos fueron incluso hasta el lugar donde había sido crucificado con el fin de seguir injuriándole. El grito de Jesús pronunciando el salmo 22 y la forma como muere hacen brotar de labios del centurión unas palabras que le sirven al creyente para confesar con ellas su fe en Jesús.
El evangelista narra, después del juicio a Jesús por parte del Sanedrín,
las negaciones de Pedro, puestas de manera llamativa. Esta insistencia
es significativa, porque sería el propio Pedro quien divulgaría la historia
de su traición. Así hizo una especie de confesión pública. La razón por la
que lo hizo fue para que nosotros también podamos aprender
importantes lecciones a partir de lo que le ocurrió a él. Inmediatamente
se narra el juicio a Jesús por parte de Pilato quien, presionado por los
miembros del Sanedrín, manda azotarlo y condenarlo a morir en la cruz.
El evangelista destaca la ayuda de Simón de Cirene a llevar la cruz, así
como el lugar y la hora de la crucifixión.
El evangelista recoge algunas de las reacciones que tuvieron lugar antes de la pasión, en la que se incluyen la actitud de los líderes religiosos, el gesto de una mujer hacia Jesús en Betania y la reacción de Judas Iscariote, uno de sus discípulos. Sus actitudes reflejan de forma contrapuesta diferentes posturas radicales de amor y odio hacia Jesús.
Así que, mientras unos están buscando la forma de matarle, otros le muestran su amor y agradecimiento. En cuanto a Jesús, hemos de subrayar el hecho de que Él sabe todo lo que va a ocurrir: antes se ha visto ungido para la sepultura, ahora afirma que uno de los suyos le va a traicionar. Aunque el evangelista no desvela sus sentimientos se puede observar que Jesús tiene asumido lo que le va a acontecer, y que en la última cena con sus discípulos va a anticipar instituyendo la Eucaristía.
Antes de abandonar definitivamente el templo, Jesús quiere que los discípulos graben en su memoria la lección que les va a dar. Una pobre viuda que se acerca temblorosa al templo es la que ofrece el mejor ejemplo de lo que quiere enseñarles. Las dos pequeñas monedas que esta mujer echa en el arca de las ofrendas llevan el sello de ese don total que exige el primer mandamiento y que reclama todo verdadero acto de culto. Lo que cuenta es un corazón generoso, desprendido y confiado, ya que Dios no se fija tanto en lo que damos, sino en lo que nos reservamos para nosotros. Las palabras de Jesús que siguen, conocidas como el “discurso escatológico”, animan a los suyos a la fidelidad, al coraje y a la vigilancia en el presente, subrayando el futuro que les aguarda.
Después del enfrentamiento con los fariseos y los herodianos, Jesús tuvo un encuentro con los saduceos, quienes negaban que hubiera otra vida fuera de la que se vive aquí y ridiculizaban la idea de la resurrección. Para ponerlo a prueba, le presentan un caso singular de “ley del levirato” para que exponga su parecer. Jesús va a responder con total clarividencia afirmando una vez más el poder de Dios y el don de la resurrección que otorga y realiza en el ser humano. El diálogo que tiene con un escriba de buen corazón le sirve a Jesús para subrayar el mandamiento principal de la Ley, y a continuación realizar una dura crítica al comportamiento de los escribas poniendo en evidencia su hipocresía y su codicia.
La expulsión de los vendedores del templo fue la tercera acción profética de Jesús cargada de un fuerte simbolismo. Este acontecimiento tendrá una repercusión determinante en el proceso de su condena y muerte. Los sumos sacerdotes y los escribas buscarán la ocasión para eliminarle. Lo pondrán a
prueba planteando en los días previos a su pasión una serie de cuestiones importantes ante las que Jesús mostrará su parecer y una vez más su “autoridad”.
Saldrá airoso poniendo en evidencia a los que le acosan, pero sus enemigos seguirán adelante en su objetivo, realidad a la que Jesús hace referencia en la parábola de los viñadores homicidas, que es el texto más importante de esta sección.
La petición de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, provoca
indignación en los demás discípulos porque, en el fondo, todos ansían lo
mismo. Ninguno de ellos está comprendiendo lo que les está enseñando
el mismo Jesús con su vida y su ejemplo. El que sí parece entenderlo es
el ciego de Jericó, Bartimeo, que consciente de su ceguera, pide “ver”
con aquella luz que le mueva a seguir a Jesús por el camino. La entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, cargada de simbolismo, que viene a ser
una manifestación mesiánica de Jesús y el episodio de la maldición de la
higuera estéril preparan los acontecimientos que van a tener lugar en la
ciudad santa de Jerusalén.
Ante la encrucijada que le habían puesto los fariseos planteándole
la cuestión del matrimonio y el divorcio, Jesús sitúa el debate en su
verdadero horizonte recordándoles la intención originaria del Creador y
subrayando la indisolubilidad del matrimonio. Jesús va a recordar, una
vez más, que el Reino de Dios es para aquellos que -como niños-
confían, se abren y se abandonar por completo a la benevolencia divina.
Esta respuesta va a valer tanto para aquella persona que se acercó a
Jesús pero que vivía seducido por las riquezas que aprisionaban su
corazón, como para Santiago y Juan que, a pesar de haber escuchado el
tercer anuncio de la Pasión, siguen buscando puestos de honor y gloria.
Una vez más Jesús va a corregir la actitud de sus discípulos,
quienes creían que tenían la exclusiva a la hora de actuar en nombre del Maestro. El mismo Jesús les dice que han de acoger todo bien que se realice, sea quien sea quien lo haga. La equivocada actitud de los discípulos ha de ser corregida de inmediato para evitar que se convierta en un escándalo para los demás y sea un tropiezo para ellos mismos. Sólo así harán posible el crecimiento del Reino de Dios. Es más, cualquier buena acción, por pequeña que sea, no se quedará sin
recompensa. Algunos fariseos aprovecharán este momento para poner a Jesús en una encrucijada planteándole un asunto delicado y comprometido, como era el matrimonio y la cuestión del divorcio.
Lucas inicia su evangelio con un “prólogo” donde cuenta por qué escribe la obra, a quien va dirigida, la metodología que ha llevado a cabo y lo que ha pretendido al escribirla. Y en el primer capítulo se traslada al templo de Jerusalén donde tiene lugar la aparición del ángel Gabriel al sacerdote Zacarías, mientras él está ejerciendo la tarea sacerdotal en el lugar santo. El mensajero de Dios le anuncia que su mujer Isabel, a
pesar de su ancianidad y esterilidad, le dará un hijo a quien podrá por nombre Juan, llamado a ser el precursor del Mesías.
Iniciamos el estudio del evangelio de Lucas hablando de su autor, de la fecha de composición, de los destinatarios de su evangelio, de las fuentes literarias de la que se valió el evangelista a la hora de componer su obra, así como los temas fundamentales que recorren su escrito y que son “guías” para conocer el mensaje que el evangelista transmitía: la persona de Jesús, el Señor, y la salvación que Dios ofrece a través de su Hijo.
Después de la muerte de Jesús, el evangelista cuenta muy brevemente su sepultura llevada a cabo por José de Arimatea y contemplada a distancia por algunas piadosas mujeres. El relato de la resurrección y la mención de las apariciones de Jesús resucitado confluyen en el envío a sus discípulos convirtiéndolos en “heraldos” de la Buena Nueva de la salvación. Su ascensión a los cielos y el anuncio del Evangelio, junto con los signos y prodigios que lo acompañan, visibilizan el origen divino de la obra que ya se está llevando a cabo.
El evangelista dice que crucificaron con él a dos “bandidos”, uno a su derecha y otro a su izquierda, y Jesús en medio; a pesar de todas las injusticias que Jesús había sufrido hasta ese momento, algunos fueron incluso hasta el lugar donde había sido crucificado con el fin de seguir injuriándole. El grito de Jesús pronunciando el salmo 22 y la forma como muere hacen brotar de labios del centurión unas palabras que le sirven al creyente para confesar con ellas su fe en Jesús.
El evangelista narra, después del juicio a Jesús por parte del Sanedrín,
las negaciones de Pedro, puestas de manera llamativa. Esta insistencia
es significativa, porque sería el propio Pedro quien divulgaría la historia
de su traición. Así hizo una especie de confesión pública. La razón por la
que lo hizo fue para que nosotros también podamos aprender
importantes lecciones a partir de lo que le ocurrió a él. Inmediatamente
se narra el juicio a Jesús por parte de Pilato quien, presionado por los
miembros del Sanedrín, manda azotarlo y condenarlo a morir en la cruz.
El evangelista destaca la ayuda de Simón de Cirene a llevar la cruz, así
como el lugar y la hora de la crucifixión.
El evangelista recoge algunas de las reacciones que tuvieron lugar antes de la pasión, en la que se incluyen la actitud de los líderes religiosos, el gesto de una mujer hacia Jesús en Betania y la reacción de Judas Iscariote, uno de sus discípulos. Sus actitudes reflejan de forma contrapuesta diferentes posturas radicales de amor y odio hacia Jesús.
Así que, mientras unos están buscando la forma de matarle, otros le muestran su amor y agradecimiento. En cuanto a Jesús, hemos de subrayar el hecho de que Él sabe todo lo que va a ocurrir: antes se ha visto ungido para la sepultura, ahora afirma que uno de los suyos le va a traicionar. Aunque el evangelista no desvela sus sentimientos se puede observar que Jesús tiene asumido lo que le va a acontecer, y que en la última cena con sus discípulos va a anticipar instituyendo la Eucaristía.
Antes de abandonar definitivamente el templo, Jesús quiere que los discípulos graben en su memoria la lección que les va a dar. Una pobre viuda que se acerca temblorosa al templo es la que ofrece el mejor ejemplo de lo que quiere enseñarles. Las dos pequeñas monedas que esta mujer echa en el arca de las ofrendas llevan el sello de ese don total que exige el primer mandamiento y que reclama todo verdadero acto de culto. Lo que cuenta es un corazón generoso, desprendido y confiado, ya que Dios no se fija tanto en lo que damos, sino en lo que nos reservamos para nosotros. Las palabras de Jesús que siguen, conocidas como el “discurso escatológico”, animan a los suyos a la fidelidad, al coraje y a la vigilancia en el presente, subrayando el futuro que les aguarda.
Después del enfrentamiento con los fariseos y los herodianos, Jesús tuvo un encuentro con los saduceos, quienes negaban que hubiera otra vida fuera de la que se vive aquí y ridiculizaban la idea de la resurrección. Para ponerlo a prueba, le presentan un caso singular de “ley del levirato” para que exponga su parecer. Jesús va a responder con total clarividencia afirmando una vez más el poder de Dios y el don de la resurrección que otorga y realiza en el ser humano. El diálogo que tiene con un escriba de buen corazón le sirve a Jesús para subrayar el mandamiento principal de la Ley, y a continuación realizar una dura crítica al comportamiento de los escribas poniendo en evidencia su hipocresía y su codicia.
La expulsión de los vendedores del templo fue la tercera acción profética de Jesús cargada de un fuerte simbolismo. Este acontecimiento tendrá una repercusión determinante en el proceso de su condena y muerte. Los sumos sacerdotes y los escribas buscarán la ocasión para eliminarle. Lo pondrán a
prueba planteando en los días previos a su pasión una serie de cuestiones importantes ante las que Jesús mostrará su parecer y una vez más su “autoridad”.
Saldrá airoso poniendo en evidencia a los que le acosan, pero sus enemigos seguirán adelante en su objetivo, realidad a la que Jesús hace referencia en la parábola de los viñadores homicidas, que es el texto más importante de esta sección.
La petición de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, provoca
indignación en los demás discípulos porque, en el fondo, todos ansían lo
mismo. Ninguno de ellos está comprendiendo lo que les está enseñando
el mismo Jesús con su vida y su ejemplo. El que sí parece entenderlo es
el ciego de Jericó, Bartimeo, que consciente de su ceguera, pide “ver”
con aquella luz que le mueva a seguir a Jesús por el camino. La entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, cargada de simbolismo, que viene a ser
una manifestación mesiánica de Jesús y el episodio de la maldición de la
higuera estéril preparan los acontecimientos que van a tener lugar en la
ciudad santa de Jerusalén.
Ante la encrucijada que le habían puesto los fariseos planteándole
la cuestión del matrimonio y el divorcio, Jesús sitúa el debate en su
verdadero horizonte recordándoles la intención originaria del Creador y
subrayando la indisolubilidad del matrimonio. Jesús va a recordar, una
vez más, que el Reino de Dios es para aquellos que -como niños-
confían, se abren y se abandonar por completo a la benevolencia divina.
Esta respuesta va a valer tanto para aquella persona que se acercó a
Jesús pero que vivía seducido por las riquezas que aprisionaban su
corazón, como para Santiago y Juan que, a pesar de haber escuchado el
tercer anuncio de la Pasión, siguen buscando puestos de honor y gloria.
Una vez más Jesús va a corregir la actitud de sus discípulos,
quienes creían que tenían la exclusiva a la hora de actuar en nombre del Maestro. El mismo Jesús les dice que han de acoger todo bien que se realice, sea quien sea quien lo haga. La equivocada actitud de los discípulos ha de ser corregida de inmediato para evitar que se convierta en un escándalo para los demás y sea un tropiezo para ellos mismos. Sólo así harán posible el crecimiento del Reino de Dios. Es más, cualquier buena acción, por pequeña que sea, no se quedará sin
recompensa. Algunos fariseos aprovecharán este momento para poner a Jesús en una encrucijada planteándole un asunto delicado y comprometido, como era el matrimonio y la cuestión del divorcio.