Hoy leeremos una extensa carta de fecha 20 de diciembre de 1935, y dirigida a su tía María. En esta carta cuenta a su tía lo mal que corresponde a los regalos del Señor, que se cansa de la oración, que no sale de la Eucaristía sin sentir nada, pero entiende que debe vivir con sus flaquezas para aprender a ser humilde, porque es muy bonito hacer heroicidades cuando es un deseo propio, pero que mal se viven cuando es Voluntad de Dios. Mi amor a Dios, prosigue el Hno. Rafael en su carta a su tía, es tan pequeño, que me siento tan pequeño, tan nada, que no me entiendo, pero Dios si me entiende y me quiere a pesar de mi nada. Al final creemos, continua Rafael, que para ser santos necesitamos hacer muchas cosas, pero no es así, El Señor nos irá diciendo que sólo hay un camino, Dios mismo, amándole como podamos, de esta manera seremos santos por amor.