Seguimos el comentario de la carta del 4 de enero de 1936, que ya comenzamos la semana pasada.
Dice Rafael que el día pasado no ha podido ir a ver a la Virgen porque estaba liado, y eso le hizo sufrir y se pone nervioso porque no está ya en la Trapa, ni recibe carta desde allí. El mira más allá y nosotros deberíamos hacer lo mismo, y a pesar de nuestras debilidades, seguir la vocación y el ideal que nos permita estar unido a Dios, dentro o fuera del monasterio.
Otro tema que toca Rafael, y es muy importante, es el de la penitencia en todo, y comenta que esta se puede hacer tanto dejando de comer, como comiendo lo que no nos apetece. Esa penitencia y la aceptación de las cruces se viven mucho mejor si lo hacemos cerca de la Virgen María. María siempre en el centro de sus pensamientos.
Terminamos con la habitual oración del Hno. Rafael. Esta vez con la titulada “Que bueno eres, Señor”